Delfina Matilda Del Carmen Isava González (1850-1947)

Una venezolana pionera de la emancipación femenina

Aunque nunca escucháramos antes sobre Delfina, su espíritu y su legado está presente entre nosotros, en las mujeres de la ciencia venezolana. Es la historia de una patriota, descendiente directa de los héroes de la independencia que dedicó su vida a la cultura, las artes, la ciencia y a la enseñanza, con la plena convicción de que las mujeres debían poseer los medios intelectuales para permitir su emancipación, dando el ejemplo con hechos, al escribir múltiples tratados para enseñar a niñas y niños, junto a su esposo, otro apasionado educador que había fundado un colegio en Curazao. Asumieron en casa la educación de su descendencia, con énfasis en sus hijas mayores, que resultarían en las primeras tres mujeres universitarias graduadas en Venezuela en 1899. Conozcamos la influencia de esta mujer en la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y en nuestra historia de la ciencia, el arte y la historia nacional.

Delfina nació el 3 de agosto de 1850 en San Felipe, estado Yaracuy. Fue la segunda de los siete hijos del matrimonio de Don Mariano Isava de Alcalá (1802-1880) y Micaela González García. Don Mariano, el padre de Delfina, hombre de amplia cultura, tenía una importante participación en la vida política del país, había sido gobernador de la provincia de Barquisimeto y luego de la de Yaracuy. Así mismo, la madre de Delfina y su familia eran referentes culturales de la época. El hermano de doña Micaela: José Tomás González García, tío materno de Delfina, era abogado, estudioso de Bello, dominaba a la perfección el inglés, francés y latín, tenía múltiples publicaciones en tema de derecho pero resalta una publicación en Puerto Cabello del año 1866 sobre “Gramática Elemental”. José Tomás fue profesor y mentor de Delfina y sus hermanos, ya para ese momento de la publicación del libro sobre gramática, Delfina tenía 16 años de edad, era apasionada de la lectura, la poesía y la música, campos en los cuales la habría iniciado su padre a temprana edad. En ese momento, 1866, conoce al Coronel Francisco Antonio Duarte, de origen zuliano, quien le visitaría en la sala de su casa por 10 años (según las costumbres de la época) hasta casarse con ella en 1876, año importante en esta historia.

Delfina perfeccionaría su formación durante esos diez años antes de casarse con Francisco Antonio, ella aprendió inglés, francés, italiano, alemán y holandés, ayudada también por su hermano Mariano Cosme quien había asistido al Colegio Santa María. Juntos, escriben y publican en conjunto el libro“Muestras de Escritura”impreso en París en 1869, en el cual se incluyen ensayos y pensamientos de Delfina, resaltando el siguiente:

La escritura afianza los recuerdos i anula las distancias prestando luz al pensamiento para que penetre hasta en el porvenir” Delfina Isava Duarte González 1869.

Delfina y su familia compartían la pasión por la investigación en múltiples ámbitos de la ciencia y la cultura “Se leían las obras de Lamartine en su idioma original, la historia de la conquista de Méjico de Solís en su edición original, o la historia de Julio César. Se recibía la Revue de Paris, publicación de gran importancia que les mantenía al día del estado de la cultura europea de aquel momento”. Viajarían también en familia a Europa trayendo consigo importantes obras literarias de distinta índole, siendo la biblioteca familiar el tesoro mas preciado. Mariano Cosme, el hermano de Delfina, era apasionado de la observación de las aves (ornitología), pasión que compartía con Delfina en las visitas a la hacienda La Marroquina en San Felipe. Mariano Cosme era también amante de la agricultura, sería él quien introduciría los cultivos de arroz en Yaracuy. La cercanía de Delfina con su hermano Cosme se mantendría de por vida, dejando testimonio histórico el que fuese el padrino de bautizo del sexto de sus hijos aún cuando ya no residían en la misma ciudad.

Pero no todo era color de rosas, así lo reflejan los versos y las poesías escritas por Delfina, donde se adentraba en temas políticos, y se refleja con claridad su participación en los círculos de mujeres organizadas de la época que hacían solicitudes y daban sus opiniones. Así se lee en el verso “La Clemencia” escrito por Delfina y dedicado “a las señoras Henriqueta de Castillo, Elodia de Rivero y Balbina de Zumeta y a las señoritas Amarilis Burgos, Carolina Castillo y Dolores Ravel quienes solicitaron y obtuvieron el perdón para el reo Felipe Silva, sentenciado a muerte”. Encontramos así a una intelectual, poliglota, poeta, escritora y pianista con alma de docente y genes libertarios: Delfina era nieta del general patriota Casimiro Isava Sucre, hermano de Manuel Isava Sucre, quien le había salvado la vida a Simón Bolivar. No por casualidad el 11 de febrero de 1876, el presidente para ese momento ordena el traslado de los restos de Manuel Isava Sucre al Panteón Nacional con todos los honores de prócer de la independencia.

El decreto presidencial que le daba carácter de prócer de la independencia al tío abuelo de Delfina, revivía en la casa familiar de los Isava González las historias de Don Mariano Isava de Alcalá (el padre de Delfina) sobre sus antepasados todos militares patriotas, hombres también de basta cultura y destacados en las aplicaciones de la ingeniería, la astronomía y la física. Estos relatos sobre su abuelo, su bisabuelo y sus tíos abuelos, todos próceres de la independencia, quedarían grabados con orgullo en la mente de Delfina, lo transmitiría a sus nietos, lo que permite hoy reconstruir esta historia. Ese mismo año, 1876, Delfina se casa con el coronel Francisco Antonio Duarte y el 19 de enero de 1877 nacería su primera hija Dolores Delfina Del Carmen y a los pocos meses su esposo, Francisco Antonio Duarte, asciende al grado de general.

El General Francisco Antonio Duarte Sánchez (esposo de Delfina) había nacido en Maracaibo, estado Zulia, el 20 de octubre de 1840. Al momento de su nacimiento, ya su padre de nombre José Duarte había fallecido y su madre María Dolóres Sánchez Díaz falleció cuando Francisco Antonio tenía apenas 7 años de edad, quedando así huérfano de padre y madre. Se criaría con una tía materna y de temprana edad encontraría refugio a su soledad en los libros y el estudio. En un principio pensó hacerse religioso, iniciando estudios en este campo, hay que recordar que las mejores bibliotecas y centros de conocimiento eran para aquella época los centros monásticos, sin embargo, opta por la carrera militar. Francisco Antonio hablaba francés, inglés, latín y griego, era apasionado de las matemáticas y la astronomía, pero también de la filosofía y la historia. Crearía así una dupla perfecta con su amada esposa, la única familia que tenia dada su temprana orfandad. Tendrían 10 hijos: 6 hembras y 4 varones a los que educarían con esmero y dedicación, ellos mismos, en casa. Esta nueva familia se esmera en consolidar una amplia biblioteca para formar a sus hijos, se lee en la dedicatoria de un libro que le regalaría Francisco a Delfina de título “Nueva Jeografía Universal” de J. M. Royó, “A mi querida esposa dedico este libro, con el fin de perfeccionar sus conocimientos geográficos, i los transmita a nuestros hijos” del 27 de noviembre de 1883. Es de hacer notar que para ese momento la hija mayor tendría apenas 5 años de edad, lo cual demuestra la preocupación del padre por la educación de sus hijos.

Aunque nunca escucháramos antes sobre Delfina, su espíritu y su legado está presente entre nosotros, en las mujeres de la ciencia venezolana. Es la historia de una patriota, descendiente directa de los héroes de la independencia que dedicó su vida a la cultura, las artes, la ciencia y a la enseñanza, con la plena convicción de que las mujeres debían poseer los medios intelectuales para permitir su emancipación, dio el ejemplo con hechos, escribió múltiples tratados para enseñar a niños y niñas, junto a su esposo, otro apasionado educador que había fundado un colegio en Curazao. Asumieron en casa la educación de su descendencia, con énfasis en sus hijas mayores, que resultarían en las primeras tres mujeres universitarias graduadas en Venezuela en 1899, conozcamos la influencia de esta mujer en la Academia Nacional de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y en nuestra historia de la ciencia, el arte y la historia nacional.

Delfina nació el 3 de Agosto de 1850 en San Felipe estado Yaracuy, fue la segunda de los siete hijos del matrimonio de Don Mariano Isava de Alcalá (1802-1880) y Micaéla Gonźalez García. Don Mariano, el padre de Delfina, hombre de amplia cultura, tenía una importante participación en la vida política del país, había sido gobernador de la provincia de Barquisimeto y luego de la de Yaracuy, así mismo, la madre de Delfina y su familia eran referentes culturales de la época. El hermano de doña Micaéla: José Tomás González García, tío materno de Delfina, era abogado, estudioso de Bello, dominaba a la perfección el inglés, francés y latín, tenía múltiples publicaciones en tema de derecho pero resalta una publicación en Puerto Cabello del año 1866 sobre “Gramática Elemental”, este tío materno fue profesor y mentor de Delfina y sus hermanos, ya para ese momento de la publicación del libro Delfina tenía 16 años de edad, era apasionada de la lectura, la poesía y la música, campos en los cuales la habría iniciado su padre a temprana edad. En ese momento, 1866, conoce al Coronel Zuliano Francisco Antonio Duarte, este le visitaría en la sala de su casa por 10 años (según las costumbres de la época) hasta casarse con ella en 1876, año importante en esta historia.

Delfina perfeccionaría su formación durante esos diez años antes de casarse con Francisco Antonio, ella aprendió inglés, francés, italiano, alemán y holandés, ayudada también por su hermano Mariano Cosme quien había asistido al Colegio Santa María, escriben y publican en conjunto el libro“Muestras de Escritura”impreso en París en 1869, en el cual se incluyen ensayos y pensamientos de Delfina, se lee en uno de ellos:

La escritura afianza los recuerdos i anula las distancias prestando luz al pensamiento para que penetre hasta en el porvenir” Delfina Isava González 1869.

Delfina y su familia compartían la pasión por la investigación en múltiples ámbitos de la ciencia y la cultura “Se leían las obras de Lamartine en su idioma original, la historia de la conquista de Méjico de Solís en su edición original, o la historia de Julio César, se recibía la Revue de Paris publicación de gran importancia que les mantenía al día del estado de la cultura europea de aquel momento”. Viajarían también en familia a Europa trayendo consigo importantes obras literarias de distinta índole, siendo la biblioteca familiar el tesoro mas preciado. Mariano Cosme, el hermano de Delfina era apasionado de la observación de las aves (ornitología), pasión que compartía con Delfina en las visitas a la Hacienda La Marroquina en San Felipe, Mariano Cosme era también amante de la agricultura, sería él quien introduciría los cultivos de arroz en Yaracuy. La cercanía de Delfina con su hermano Cosme se mantendría de por vida, deja testimonio histórico el que fuese el padrino de bautizo del sexto de sus hijos aún cuando ya no residían en la misma ciudad.

Pero no todo era color de rosas, así lo reflejan los versos y las poesías escritas por Delfina, donde se adentraba en temas políticos, y se refleja con claridad su participación en los círculos de mujeres organizadas de la época que hacían solicitudes y daban sus opiniones, así se lee en el verso “La Clemencia” escrito por Delfina y dedicado “a las señoras Henriqueta de Castillo, Elodia de Rivero y Balbina de Zumeta y a las señoritas Amarilis Burgos, Carolina Castillo y Dolores Ravel quienes solicitaron y obtuvieron el perdón para el reo Felipe Silva, sentenciado a muerte”. Encontramos así a una intelectual, poliglota, poeta, escritora y pianista con alma de docente y genes libertarios: Delfina era nieta del general patriota Casimiro Isava Sucre, hermano de Manuel Isava Sucre, quien le había salvado la vida a Simón Bolivar, no por casualidad el 11 de Febrero de 1876, el presidente para ese momento ordena el traslado de los restos de Manuel Isava Sucre al Panteón Nacional con todos los honores de prócer de la independencia.

El decreto presidencial que le daba carácter de Prócer de la Independencia al tío abuelo de Delfina revivía en la casa familiar de los Isava González las historias de Don Mariano Isava

de Alcalá (el padre de Delfina) sobre sus antepasados todos militares patriotas, hombres también de basta cultura y destacados en las aplicaciones de la ingeniería, la astronomía y la física. Estos relatos sobre su abuelo, su bisabuelo y sus tíos abuelos, todos próceres de la independencia quedarían grabados con orgullo en la mente de Delfina, lo transmitiría a sus nietos, lo que permite hoy reconstruir esta historia… Ese mismo año, 1876, Delfina se casa con el Coronel Francisco Antonio Duarte, el 19 de enero de 1877 nacería su primera hija Dolores Delfina Del Carmen y a los pocos meses su esposo, Francisco Antonio Duarte asciende a General.

El General Francisco Antonio Duarte Sánchez (esposo de Delfina) había nacido en Maracaibo estado Zulia el 20 de Octubre de 1840, al momento de su nacimiento ya su padre de nombre José Duarte había fallecido y su madre María Dolóres Sánchez Díaz falleció cuando Francisco Antonio tenía apenas 7 años de edad, quedando así huérfano de padre y madre, se criaría con una tía materna y de temprana edad encontraría refugio a su soledad en los libros y el estudio, en un principio pensó hacerse religioso, iniciando estudios en este campo, hay que recordar que las mejores bibliotecas y centros de conocimiento eran para aquella época los centros monásticos, sin embargo opta por la carrera militar. Francisco Antonio hablaba francés, inglés, latín y griego era apasionado de las matemáticas y la astronomía, pero también de la filosofía y la historia. Crearía así una dupla perfecta con su amada esposa, la única familia que tenia dada su temprana orfandad, tendrían 10 hijos: 6 hembras y 4 varones a los que educarían con esmero y dedicación, ellos mismos, en casa. Esta nueva familia se esmera en consolidar una amplia biblioteca para formar a sus hijos, se lee en la dedicatoria de un libro que le regalaría Francisco a Delfina de título “Nueva Jeografía Universal” de J. M. Royó, “A mi querida esposa dedico este libro, con el fin de perfeccionar sus conocimientos geográficos, i los transmita a nuestros hijos” 27 de noviembre de 1883, es de hacer notar que para ese momento la hija mayor tendría apenas 5 años de edad, lo cual demuestra la preocupación del padre por la educación de sus hijos.

Francisco Antonio también era apasionado por la enseñanza y la escritura como su esposa, dejarían amplios documentos escritos a este propósito como: “Un tratado elemental de Aritmética escrito en San Felipe en 1885”, “emprendido para dedicarlo exclusivamente a la instrucción de mis hijos, en este importantísimo ramo de los conocimientos humanos” , “De la disposición y uso de las tablas de los logaritmos”, otro sobre dibujo y un extenso manuscrito que forman dos gruesos volúmenes y que son traducción del francés del “Curso Elemental de Astronomía” por Ch. Delaunay. Así Delfina y su esposo formaron a sus 10 descendientes. Las tres mayores: Dolores Delfina del Carmen (1877-1952), Delfina Matilda (1878-1974)y Adriana Delfina del Carmen (1879-1968) presentaron en 1896 “Trabajos topográficos para la exposición de industrias en la apoteósis del generalísimo Miranda”, se trataba de cuidadosos planos topográficos de las ciudades de Puerto Cabello, Cumaná y la Guaira realizados por las jovencitas. Se consolidaría así el primer logro de esta mujer emancipadora, cuando sus tres hijas que comparten su nombre, pasarían a la historia, serían las 3 primeras mujeres de Venezuela en recibir en 1899 títulos universitarios de la Universidad Central de Venezuela, pero fueron exámenes de revalida, ellas estudiaron en casa, era su esfuerzo, sus conocimientos y los de su marido los que hicieron de primaria, secundaria, bachillerato y universidad. Aquel hogar fue una institución no solo universitaria sino de valores y compromiso con el país, esos títulos eran también para Delfina Isava que formalmente no poseía ninguno pero su empeño y legado trasciende hasta nuestros días.

Francisco José Mariano Duarte Isava, el quinto hijo de Delfina, nacido en 1883, se llama Francisco como su papá y José Mariano como sus abuelos paternos (José Duarte y Mariano Isava) conjugando el amor por las matemáticas y la astronomía de su padre y la cultura de la mujeres de su familia: su madre y sus cuatro hermanas mayores. Se formaría de bachiller en casa también, y quizás ahora es mas sencillo comprender como con 19 años calculó 200 decimales de Pi, convirtiendose en uno de los matemáticos más destacados del mundo en el siglo 20. Su madre y sus hermanas le enseñaron a disfrutar de la compañía intelectual, esa que encontró Bolívar con Manuela Sáenz y de la cual el matrimonio de Francisco Antonio y Delfina Matilda eran claro reflejo. No creo que sea casual el hecho de que Francisco José Duarte Isava, el hijo de Delfina contrajera matrimonio con una hermana de Teresa de la Parra: Isabel Parra Sanojo, otra familia representativa de la cultura y del pensamiento de emancipación femenina. F. J. Duarte (el hijo de Delfina) es miembro fundadorde la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela que inicia actividades en 1933, lo cual ha debido suponer un gran orgullo para Delfina y sus hijas mayores que estaban con vida para ese momento. Francisco José Mariano Duarte Isava (el primer hijo varón de Delfina)falleció en 1972 y la Presidencia de la República decreta la creación en su honor “El Centro de Investigacionesde Astronomía Francisco J. Duarte” según Decreto 1.524 del 28 de noviembre de 1973, cariñosamente llamado CIDA.

Delfina se ocupó de inculcar también en sus nietas y nietos que la conocieron, el respeto por la mujer, la importancia de la educación, el amor por la patria, su legado sin duda trascendió. Humberto Fernández-Morán aunque no era biológicamente de esta familia la asumió como suya, son múltiples las referencias que hace a su relación con Francisco José Duarte Isava, por eso Humberto hablaba del Mariscal Sucre (primo hermano del abuelo de Delfina) y los genes del éxito, por eso conocía de la poesía de Ramos Sucre. Humberto, nieto espiritual de Delfina, nos legó la creación del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Pero la conexión con esta familia iría mucho más allá, se ocuparía de ser mentor de un nieto biológico de Delfina, hijo de una de las hermanas Duarte Isava de nombre Luis Baez Duarte (1938-2018), venezolano, matemático de fama mundial que trabajaría criptografía para telecomunicaciones en importantes universidades de Estados Unidos incluida el Tecnológico de Massachusset en cooperación con Humberto Fernández-Morán y volvería a Venezuela para fundar en 1969 “El Centro de Estudios Matemáticos del IVIC”. Trabajaría con Humberto también en 1974 en la consolidación de su proyecto: Instituto Politécnico de las Fuerzas Armadas. Un bisnieto, de nombre Carlos Duarte nacido en 1957 fue un reconocido pianista de fama internacional ganador del concurso Piano Duo de Munich, inició su carrera a los 11 años de edad, pianista de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, fue el autor de la famosa obra “Reiquem para un idiota”, falleció tempranamente a los 45 años de edad en el año 2003, pero su obra es referencia obligatoria en la música nacional.

Como si fuera poco, un nieto biológico de Delfina: Carlos Federico Duarte nacido en 1939, hijo de F. J. Duarte Isava, inspirado en las historias de Delfina, se volvería historiador, como él mismo lo cuenta en la introducción de varios de sus mas de 70 libros. Probablemente Carlos F. Duarte sea de uno de los historiadores mas brillantes de esta patria, dirigió por 45 años el museo de Arte Colonial Quinta Anauco, donó a la Academia Nacional de Historia la fotografía del encabezado y buena parte de los documentos de Delfina. Carlos F. Duarte dejó físicamente este mundo el 9 de febrero de 2024, pero como decía su abuela Delfina, la escritura trasciende las generaciones, gracias a sus escritos y los de Humberto Fernández-Morán, ambos hijos de F. J. Duarte, nietos de Delfina (uno biológico y el otro espiritual) conocemos hoy esta historia.

Delfina Matilda Del Carmen Isava González, abandonó el plano físico a los 96 años de edad el 2 de julio de 1947, en Santa Rosalía Caracas, pero su pensamiento y su legado penetra en el porvenir como ella misma previó. Ejemplo de mujer científica y de la emancipación femenina en nuestro país, la madre, tutora y educadora de las 3 primeras mujeres graduadas en Venezuela, del matemático y astrónomo venezolano mas reconocido del siglo XX. Podemos decir que Delfina es “abuela” de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), del Centro de Observación Astronómica F. J. Duarte, del Centro de Estudios Matemáticos del IVIC, del Museo de Arte Colonial Quinta Anauco y de buena parte de la memoria histórica de nuestro país. El nombre “Delfina” que nuestra protagonista puso en alto y lo dio a todas sus hijas mayores proviene del griego delphus, que significa “útero”. En el Día Internacional de la Mujer, nos sentimos orgullosos y orgullosas de nuestras raíces y gritamos ¡Delfina vive!.

Gloria Georgette Carvalho Kassar

Fernández-Morán y las mujeres de la ciencia

Recientemente comenzamos a redescubrir al hombre silenciado por sus convicciones, el patriota, el ferviente bolivariano, el científico mas prominente del continente según múltiples distinciones internacionales que le fueron conferidas en vida, desde un título de la realeza Sueca (1952) con apenas 28 años de Edad, pasando por el Premio John Scott (1967), reconocimientos de la NASA (1979), de la Fuerza Aérea Norteamericana (1979) hasta declararlo en Inglaterra como “Hombre Internacional” de 1993, entre muchos otros premios internacionales, se trata de Humberto Fernández-Morán (HFM), con él conocimos a dos de sus mentores Venezolanos, los también de fama mundial: el filósofo Carlos Brandt y el matemático Francisco José Duarte, ambos amigos de Albert Einstein, comienza a emerger así una historia silenciada y tergiversada, la sorpresa en esta ocasión es que comienzan a aparecer las mujeres y vaya de que forma…

Humberto no escatimó en plasmar el amor y respeto que profesaba por el género femenino en sus discursos, la vida le dio dos hijas que heredarían la pasión por las ciencias. El amor y respeto hacia su esposa Ana Browallius lo plasmó incluso en la entrevista a Albert Einstein que se publicaría en 1979, afirma allí que la remisión de Einstein que le haría llegar a Suecia le cambiaría la vida:

…Esa es la referencia que me lleva a Suecia. Allí hice mis estudios, estudié física, microscopía electrónica, invente el cuchillo de diamantes y logré el descubrimiento más grande de mi vida: conocí a mi señora, me casé. Eso se debe a esa entrevista”

La preocupación por incorporar mujeres a la actividad científica Venezolana por parte de HFM la hizo pública en varias ocasiones, dejaría testimonio indeleble la frase de HFM recogida por Roberto Jiménez Maggiolo en su libro “Humberto Fernández-Morán,Vida y Pasión de un Sabio”

Estimular y desarrollar las reservas de talento y capacidad que aún yacen latentes en nuestro pueblo

es meta fundamental, prestando especial atención a la mujer venezolana. Crear el ambiente propicio

para la investigación y la diseminación del conocimiento debe ser máximo anhelo.”

Y es que la vida le dio la oportunidad de acercarse a las 3 pioneras nacionales, las primeras 3 mujeres matemáticas de las que tengamos registro histórico en nuestra patria, con muy alta probabilidad las conoció e intercambió con ellas y ya veremos porqué. Las jovencitas de la fotografía son Delfina Matilde (1878-1974), Adriana Delfina (1879-1969) y Dolores Delfina (1881), ellas no fueron a una escuela formal de niñas, su padre se encargó de educarlas en casa, de transmitirles el amor por la matemática, la física y la astronomía, él era un destacado ingeniero militar, general activo, residenciados en Puerto Cabello donde también había nacido Carlos Brandt en 1875.

En esa época no era sencillo ni común que las mujeres recibieran educación formal, los calculistas de esa época se formaban en “Agrimensura”. En 1893, la Escuela de Agrimensura de la Universidad Central de Venezuela cambió su nombre a Escuela de Ingeniería Civil, la cual fue integrada a la Facultad de Ciencias Exactas a partir de 1895. Delfina Matilde, Adriana Delfina y Dolores Delfina con los bastos conocimientos impartidos por su padre, en física, matemática y astronomía presentaron exámenes de suficiencia y se convirtieron en las primeras mujeres de la historia Venezolana en egresar de la Universidad Central de Venezuela. Se trató de 3 hermanas, ¡las hermanas mayores, BIOLÓGICAS, de Francisco José Duarte Isava (1883-1972)!, el matemático amigo de Albert Einstein, el que calculó con tan solo 19 años 200 decimales de Pi. El matrimonio entre el General Francisco Antonio Duarte Sánchez y Delfina Matilde de Isava y González, tendría 10 hijos, siendo al menos 4 de ellos amantes de la matemática, egresados de la UCV: las 3 primeras mujeres universitarias de nuestro país y el calculista de fama mundial.

Pero Francisco José tampoco fue a la escuela formal, se formó en casa, como sus hermanas mayores, tal como se reporta en las pocas biografías que se consiguen de él,. Sus hermanas mayores obtuvieron su título en 1899 en la Universidad Central de Venezuela, tres años antes de la formulación de los 200 decimales de Pi, ¿Serían sus hermanas quienes lo formaron en matemáticas?¿Sería más bien una construcción matemática colectiva de la familia Duarte Isava? ¿Eran ellas las autoras de los cálculos de Pi, de logaritmo, de “e”?… tal vez nunca lo sabremos, pero por ahora estamos desvelando un vínculo inédito entre las primeras 3 mujeres egresadas de la UCV con uno de los matemáticos mas reconocidos del siglo XX, amigo de Albert Einsten. Francisco José Duarte, el hermanito menor de estas pioneras seguiría al calco el ejemplo de sus hermanas mayores, se matriculó en la Universidad Central de Venezuela en Ingeniería Civil, título que obtendría en 1908 en esa misma casa de estudios.

Humberto Fernández-Morán dejó testimonio escrito del afecto y la importancia de Francisco José Duarte Isava en su vida, mas que como mentor inspirador, como el sustituto de la figura paterna que Humberto había perdido en 1949, él lo remitió junto con Carlos Brandt con Albert Einstein. Francisco José Duarte acompañó a Humberto a la reunión de usos pacíficos de la energía nuclear en Naciones Unidas (1955) en calidad de asesor, le apoyó en los estudios geológicos para la selección del lugar que sería sede del Instituto Venezolano de Investigaciones Cerebrales y Neuronales IVNIC, hoy IVIC, también postuló a Humberto para su inclusión en la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela. Bajo esa consideración de “padre sustituto” expresada por el propio Humberto, las primeras 3 mujeres graduadas en Venezuela serían “tías” afectivas de nuestro Humberto.

En 1969, Francisco José Duarte Isava se convierte en el primer Venezolano a quien se le erige un busto en vida, en la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, la mayor de sus hermanas Delfina Matilda Duarte Isava aún vivía para ese momento. Siguen aflorando las muestras de “los genes del éxito” que acompañan a los venezolanos y venezolanas como siempre nos recordaba HFM.

Gloria Carvalho Kassar – Presidenta del Cendit

5 años de la Cayapa Heroica: labor de soberanía amorosa

En septiembre de 2018, se inició una de las experiencias más humanas vinculadas resolver necesidades urgentes del pueblo venezolano, desde el saber y el conocimiento colectivo, haciendo frente a los efectos de las medidas coercitivas unilaterales impuestas por Estados Unidos.

Profesionales y técnicos del Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Telecomunicaciones (Cendit) respondieron a una solicitud del Gobernador del Estado Bolivariano de Miranda, Héctor Rodríguez, para atender la revisión de incubadoras en el Hospital Victorino Santaella, ubicado en Los Teques, capital de dicho estado.

En virtud de la gran cantidad de aparatos que empezaron a llegar de varios centros asistenciales, las manos dispuestas a ayudar se multiplicaron provenientes de otros entes también del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (Mincyt), entre ellos: el Centro Nacional de Tecnologías de Información (CNTI), Industrias Canaima, la Superintendencia de Servicios de Certificación Electrónica (Suscerte).

Así, nació la Cayapa Heroica, iniciativa que pasó a ser programa nacional al desplegarse por varios estados venezolanos con la idea de formar voluntarios atraídos por el sentido social de aportar a su comunidad.

La conformación de grupos territoriales ha permitido ganar soberanía con la puesta en funcionamiento de más de 3.800 equipos de las áreas médica, educativa, energética, industrial y otras. Dicha cifra equivale a más de 21 millones de dólares que el país se ha ahorrado en sustitución de importación de piezas y materiales.

Estos hechos han propiciado que, en estos cinco años, el concepto de profesionalismo en Venezuela se estrecha cada vez más con el del amor y el respeto a la vida. Tal actuar del hombre y la mujer nueva se evidencia en los miembros de la Cayapa Heroica, a quienes esta experiencia les ha marcado como seres humanos, según confesó Prissila Noguera, ingeniera Informática de Suscerte y quien ha reparado centenares de equipos en todo el país.

“Inicialmente, a mi me llamaron para apoyar en el tema eléctrico, en la Planta Caruachi (estado Bolívar). Luego, me integro al grupo promotor de la reparación de equipos en general y me mantengo en la Cayapa capacitándome para ayudar de una mejor forma”, indicó.

La “cayapera” contó que desde la adolescencia sintió curiosidad por saber cómo eran los aparatos por dentro. Aún más, debido a que su mamá trabajaba en un consultorio odontológico, donde el esposo de la ortodoncista era técnico electrónico y reparaba las unidades.

En ese entonces, Noguera ni siquiera imaginaba que su curiosidad se convertiría en uno de los pilares de la Cayapa Heroica, ya que sus miembros aplican hasta la reingeniería (ingeniería a la inversa) para entender el funcionamiento de un equipo o pieza. De esta manera, se adquieren nuevos conocimientos y se determina cómo hacer funcionar otra vez un objeto en beneficio de todos los venezolanos.

Hoy día la Cayapa Heroica es un Plan Nacional, proyecto bandera del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, y lo integran todos los entes y Fundacites diseminados en el territorio nacional, siendo los dos primeros núcleos de cayapa formados fuera de Caracas, los de Lara y Nueva Esparta, hoy se suman Amazonas, Aragua, Carabobo, Sucre, Táchira, entre otros, quienes se mantienen dispuestos para todo aquel dispositivo que requiera una mano amorosa que descubra su dolencia y así ofrecerle una nueva oportunidad de seguir prestando servicio al pueblo venezolano.

Prensa Cendit/ Pierina Quintero

Fotografías/ Candi Moncada